Ciudad del Vaticano
Roma
“Tener presentes a los encarcelados como si con ellos estuvierais en prisión y a los
que son maltratados, como que también vosotros sois de carne” Hebreos 13-3
Ciento diez y ocho mil prisioneros confinados en 138 centros penitenciarios y carcelariosde Colombia, apelamos a su sensibilidad social y filantropía para contar nuestro drama.
Desde el año 98 la Corte Suprema de Justicia de Colombia, decretó el estado de cosasinconstitucionales en las prisiones y hoy diez y siete años después la situación, antes que aliviarse se agrava, tomando las dimensiones de dantesco drama y que llevaron a la Corte recientemente a intervenir seis centros estudiando su posible cierre.
Vivimos en las más deplorables condiciones de hacinamiento, algunos centros sin agua las 24 horas, en condiciones higiénicas lamentables, sin servicio médico a la altura del actual desarrollo científico técnico, pues la EPS Caprecom, sólo mediante demandas de tutela a regaña dientes, cumple con una mala atención. En los últimos tiempos han muerto compañeros calcinados dentro de los alojamientos, otros por la falta de atención en salud.
Lo que sustenta el derecho a la existencia de las prisiones es la resocialización del
infractor de la ley penal, más esto no se realiza ante la inexistencia de programas de estudio y de formación técnica y profesional, la ausencia de talleres para laborar o de un apropiado plan ocupacional que mantenga a los prisioneros aprovechando el tiempo de ocio, la cultura y la recreación son otras de tantas quimeras de nuestro código penitenciario inexistentes en la práctica, pero lo que es más grave aún, son las sistemáticas violaciones a nuestros derechos fundamentales, en un país que desde la constitución del 91, se declaró estado social de derecho, que se jacte de ser la democracia más antigua y estable de América latina; en las prisiones sólo funciona el uso del gas lacrimógeno, el garrote, las requisas degradantes a nosotros y a nuestros visitantes, las torturas, los tratos inhumanos que de narrarlos en detalle en ésta epístola la harían interminable y le haría recordar la noche oscura de la dictadura militar en su patria Argentina.
Dicen que todo país tiene el gobierno que se merece, más esta máxima lapidaria en
nuestro caso es un despropósito, un pueblo como el colombiano de ancestrales
resistencias indígenas, campesinas y obreras que desde hace más de 50 años se le ha impuesto desde las élites gobernantes una guerra fratricida, un yugo ominoso que ha hecho de nuestro país, uno de los más violentos, desiguales y corruptos, donde la delincuencia y la criminalidad han crecido como la espuma, como un hecho natural, por ello tenemos nuestra esperanza en el proceso de paz que se adelanta en la Habana Cuba, para cerrar ésta horrorosa página de la historia.
Ello no será posible si se olvida a quienes estamos en las prisiones, segregados,
estigmatizados, pisoteados y humillados porque somos el resultado y no la causa de los grandes males nacionales, porque desde las élites gobernantes para enfrentar la crisis social, política y económica por ellos generada, se ha usado el derecho como vindicta creando todo tipo de delitos y leyes nuevas. Según el estado anímico de los sectores sociales manipulados por los medios de comunicación, auto proclamados opinión pública, incrementando exageradamente las penas que hoy llega la máxima a 60 años y eliminando todo tipo de beneficios aplicando en la práctica de manera subrepticia la cadena perpetua prescrita en la constitución, aplicando un derecho enemigo a favor de los ricos y desmontando el tradicional derecho garantista, criminalizando la protesta social y el trabajo del rebusque de los menos favorecidos, normatizándolo como narcotráfico, micro tráfico, minería ilegal y contrabando o reviviendo concepciones peligrosistas de la psicología abandonadas desde la década de los 80’ del siglo pasado.
No estamos justificando las acciones reprochables que hemos cometido, ni es nuestra intensión hacer apología a la impunidad y a la injusticia, sólo estamos pidiendo ser tratados como seres humanos, que se nos respeten las garantía y que aplican las normas contempladas en el ordenamiento jurídico, porque así suene paradójico nosotros, los llamados criminales sólo hemos suplicado que nos apliquen la ley, no aquella visión sesgada vindicta y escarmiento, castigo físico y psicológico, sino aquella humanista que algún día pregonó el padre del derecho moderno becaria, porque un estado que priva a sus prisioneros de agua potable, alimento, una cama y atención médica y le impone una pena accesoria de hacinamiento, castigo físico y mental, haciéndolos morir lentamente no
puede tener lugar en una sociedad civilizada.
A la crisis carcelaria el presidente Juan Manuel Santos, pretende solucionarla
construyendo 16 centros carcelarios, aumentando el número de cupos, cual si en el ciego no fuera un círculo vicioso, en vez de mejorar los centros existentes, solucionar la situación jurídica de miles de sindicados, agilizar los trámites jurídicos y brindar una atención adecuada a la población reclusa. Convencidos estamos de que la solución a todos estos males, están en que la sociedad tenga mecanismos de democracia participativa y diseñe una verdadera política criminal, garantista y respetuosa de los derechos fundamentales, coherente y acorde a los avances del humanismo del derecho.
Mas al momento por falta de una real voluntad política, urgen medidas humanitarias para mitigar nuestro dolor, por eso consideramos que conceder una rebaja del 20% en nuestras condenas es un acto justo de magnanimidad frente a quien se encuentra en estado de vulnerabilidad, y en tal sentido intercedemos ante usted Santo padre, como máximo Jerarca de la iglesia Católica quien desde su pontifico apostolado se ha dado a conocer como un ser humano, ecuánime y menesteroso, alejado del boato y la falsa apariencia, solidario con el caído y vilipendiado, tal como la ha demostrado tendiéndole la mano al pisoteado pueblo Palestino o interponiendo sus buenos oficios para que cese el criminal bloqueo del glorioso pueblo Cubano o al honrar la memoria del insigne Monseñor Romero, victimizado por los escuadrones de la muerte en San Salvador.
Desde ahora lo estamos invitando a que en su posible visita a Colombia en el año 2016, nos consuele con su voz de aliento tal como lo dice Isaias 51-14 “El preso agobiado será liberado pronto, no morirá en la mazmorra, ni le faltará pan”
Atentamente,
PRISIONEROS DE COLOMBIA
Email: movimientonacionalcarcelario@gmail.com Twiter: @m_nalcarcelario
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