Tomado de Verdadabierta.com.
Tras cumplirse seis meses del indulto concedido a 30 miembros del grupo
guerrillero, son varios los traspiés que han tenido en su
reincorporación a la vida civil. Pese a estar estudiando y capacitándose
como promotores de paz, sus condiciones de salud no han mejorado y las
garantías de seguridad están lejos de cumplirse. En las cárceles la
situación no parece mejorar.
El día que le concedieron la libertad a William Antonio López uno de
sus deseos era trasladarse al municipio de Envigado, Antioquia, para
visitar a su familia y desde allí iniciar el camino de reinserción a la
vida civil, aprovechando el beneficio del indulto que, por razones de
salud, les otorgó el gobierno nacional a él y a 29 guerrilleros más
detenidos en distintas cárceles del país en noviembre del año pasado.
Sin embargo, días después de su llegada a la finca de sus padres,
miembros de la llamada ‘Oficina de Envigado’ amenazaron a López en
repetidas ocasiones y lo conminaron a que se fuera de la región
aduciendo que era objetivo militar por ser miembro de las Farc,
situación que lo obligó a desplazarse y abandonar a su familia.
Por su parte, Aristides Luna y otros siete indultados enfermos de
gravedad creyeron que tras su salida de la cárcel la atención en salud
mejoraría; no obstante, se encontraron que luego de ser afiliados a la
EPS Capital Salud, las citas se demorarían, no tendrían los medicamentos
necesarios y no se priorizaría su atención.
VerdadAbierta.com dialogó con Sandra Patricia Isaza y Ever Ulises
Verbel, dos de los 30 indultados por el gobierno nacional. Ambos viven
en una casa en el occidente de Bogotá, donde cumplen con el programa de
reinserción acordado con La Oficina del Alto Comisionado para la Paz y
ejecutado por la Agencia Colombiana para la Reincorporación. El
propósito de conversación fue identificar los retos a los que se han
enfrenado en su tránsito a la vida civil, conocer la actual situación de
los presos del grupo armado ilegal, su acercamiento con los diálogos en
La Habana y su papel en el posacuerdo.
Vida cotidiana
Pese a no tener el mismo agite del día a día en las filas
guerrilleras, en la casa siguen funcionando algunas cosas que evocan la
vida cotidiana en los campamentos: hay horas determinadas para el
estudio, donde aparte de discutir los acuerdos preparan las pedagogías
que dictan en las cárceles, otras para el ocio y, a diario, como quien
lee la biblia, consultan el material informativo que llega desde La
Habana. Sandra y Ever aseguran que la salida de la cárcel les sirvió
para reorganizarse y retomar la disciplina que llevaban en las montañas.
A la fecha, el grupo de indultados se está capacitando en un curso de
sistemas que dicta el Sena y quienes no han alcanzado la educación
media están a la espera de iniciar en agosto un curso de nivelación y
graduarse como bachilleres.
“Yo tenía miedo de empezar a estudiar porque creía que estando en las
Farc nos habíamos aislado del avance de la sociedad, pero la realidad
es que no, en las filas guerrilleras tenemos visión de futuro, hay
muchas cosas que la selva nos enseña que los títulos no dan”, asegura
Sandra, quien ha participado en foros y eventos académicos dando a
conocer la situación carcelaria y la apuesta de los presos e indultados
de cara al posacuerdo.
Las preocupaciones más latentes siguen siendo las mismas que estaban
exigiendo cuando aún seguían privados de la libertad: las condiciones de
seguridad y la atención en salud. Pese a que la Unidad Nacional de
Protección (UNP) dispuso de un mecanismo para asegurar la integridad de
cada uno de los indultados, solo uno ha hecho uso del protocolo, los
demás creen que es mejor estar sin dar tanta evidencia y aseguran que la
única garantía que en realidad podrían tener es “el desmonte de las
estructuras paramilitares”.
“La condición de ser ‘farianos’ nos coloca en un riesgo
extraordinario, es decir, por nuestra condición política nos sentimos
amenazados ¿Quién va a garantizar que de acá a Acacias no nos pase
algo? o que en la vía Ibagué – Chaparral no nos hagan un atentado?
Hasta que no se acaben los grupos paramilitares va a ser muy difícil que
se den las condiciones óptimas para el ejercicio de la oposición
política”, afirma Sandra.
En la casa, el peso de la confrontación armada se ve en cada uno de
los cuerpos de los excombatientes, hay personas con extremidades
amputadas, otros en condición de discapacidad y algunos con enfermedades
renales a causa de las “secuelas de la guerra”, como le llaman.
Aseguran que pese a tener EPS el acceso a los servicios no lo tienen
garantizado debido a las deficiencias del sistema de salud. Ellos
reclaman mayor diligencia en la atención, sobre todo de los ocho casos
priorizados que tienen, porque quieren evitar que se repita lo ocurrido
con Jhon Jairo Moreno, quien murió el 5 de febrero pasado en el hospital
San Jorge de Pereira a causa de una enfermedad hepática.
Paradójicamente, su situación que no dista mucho de la crisis
humanitaria que se vive en las cárceles, la cual viene siendo
denunciada, desde el 2013, por la Defensoría del Pueblo, agencia estatal
que reiteradamente advierte sobre el deterioro de las condiciones de
salubridad y hacinamiento.
El compromiso que nunca llegó.
Tras el indulto, uno
de los compromisos del gobierno nacional fue adecuar patios especiales
para concentrar a miembros de las Farc e iniciar una serie de brigadas
de salud a nivel nacional para darle tratamiento especial a los reclusos
con enfermedades graves. No obstante, el incumplimiento ha llevado a
los reclusos a realizar varias huelgas de hambre y “desobediencias
pacíficas”; la última de ellas empezó en Bogotá hace dos semanas y se ha
ido extendiendo a otras cárceles del país.
Desde la cárcel La Picota, en Bogotá, René Nariño un preso del grupo
insurgente, quien cumple una condena de 13 años, le manifestó a
VerdadAbierta.com que los patios especiales se quedaron en el papel
porque a la fecha siguen mezclados con presos comunes: “A pesar de que
se adelantaron varios censos, tanto por parte del Inpec como por
nosotros, nunca se nos ha adecuado un patio donde solo estemos los
reclusos de las Farc. Ello ha conllevado a que se sigan presentando las
amenazas y algunos encontrones con internos de otros patios que nos han
visto como un objetivo”.
En cuanto a las condiciones de salud, según cifras de la Corporación
Solidaridad Jurídica, de 324 casos urgentes que existen se ha atendido
cerca del 80% mediante una valoración. De acuerdo con John León, vocero
de la organización, se ha convertido en un “saludo a la bandera”.
“Los que han sido valorados les reafirman la condición de enfermedad,
pero no se atienden a los que tienen problemas ortopédicos, no hay
médicos especialistas, ni tampoco se priorizan los casos de enfermos
terminales” puntualiza este líder.
La propuesta que han hecho los indultados a la Oficina del Alto
Comisionado para la Paz es que se permita que las organizaciones no
gubernamentales internacionales garantes del proceso que se han ofrecido
a prestar el servicio ingresen a las cárceles para realizar las
brigadas. Es pertinente recordar que desde julio de 2015 un grupo de
intelectuales de varios países pidieron la libertad de 71 presos
políticos que están en condiciones graves de salud, asegurando que
tienen la disposición para ayudar a agilizar el proceso. (Lea aquí la carta)
Por ahora, unos y otros siguen presionando a nivel institucional para
que se cumpla con lo pactado y se les dé celeridad a los casos más
urgentes. Por su parte, los presos políticos y de guerra han decidido
continuar con la huelga carcelaria paralelo al desarrollo de actividades
pedagógicas, como obras de teatro, en los centros de reclusión para
generar conciencia sobre la crisis del sistema de salud a nivel
nacional.
“La cárcel también es un espacio de formación”
“Desde que fuimos indultados salimos con el compromiso de socializar
los acuerdos con los compañeros que siguen reclusos. La pedagogía no es
ir a hablar y ya. Es una guía que orienta a la formación y el
conocimiento, más que ir a hablar es ir a escuchar las preguntas que
tienen los compañeros y tratar, en lo posible, de hacer las mejores
claridades”, señala Sandra.
Según cifras de la Corporación Solidaridad Jurídica se han realizado
21 actividades pedagógicas a nivel nacional, la primera de ellas el 10
de junio en la cárcel Picota de Bogotá. Allí, el máximo jefe de las
Farc, alias ‘Timoleón Jiménez`, y alias ‘Edilson Romaña´, uno de los
negociadores en La Habana, se dirigieron a través de videoconferencia al
grupo de reclusos para contarles el avance del proceso. “Nosotros no
nos vamos a desmovilizar, nosotros vamos es a surgir en la vida política
del país en unas condiciones tales que nos garanticen un mínimo de
seguridad y de garantías políticas”, aseguró el máximo comandante del
grupo insurgente.
Desde la cárcel La Picota en Bogotá, René Nariño manifestó que a
pesar de ser un tiempo muy restringido, alrededor de tres horas, fue
satisfactorio el encuentro pedagógico, entre otras razones porque
Enrique Santiago, abogado asesor de la Comisión Jurídica de las Farc en
La Habana, les pudo responder la mayoría de preguntas relacionadas con
la Jurisdicción Especial para la Paz, que pretende investigar,
esclarecer, perseguir, juzgar y sancionar las graves violaciones a los
derechos humanos y las graves infracciones al Derecho Internacional
Humanitario (DIH) que tuvieron lugar en el contexto y en razón del
conflicto armado.
“Los compañeros están muy entusiasmados, el hecho de poder
interactuar con la delegación en La Habana fortalece las filas, ha sido
un renacer para todos, uno puede observar las caras de felicidad cuando
se ve a los comandantes. Ahora nos queda claro parte del panorama y ya
nos corresponde a nosotros estudiar a fondo los acuerdos y Salir,
quienes decidamos seguir en la organización a hacer política, como se ha
dispuesto ahora”, asevera René Nariño.
Sin embargo, no en todas las cárceles se ha podido realizar la
pedagogía. En Picaleña, Ibagué, los reclusos que se encuentran en
unidades especiales de máxima seguridad no fueron trasladados al patio
donde se iba a realizar la videoconferencia con La Habana, según el
Inpec, porque ese tipo de reclusos cuenta con un protocolo de máxima
seguridad que aún no se ha podido establecer.
“Lo que nos parece ilógico es que dentro de la misma cárcel no puedan
movilizar a los internos, es contradictorio cuando por ejemplo a Iván
Márquez le dieron acompañamiento al sepelio de su madre, entonces dentro
de la cárcel ¿qué pude pasar? eEs negligencia del Inpec”, señala Sandra
y agrega que varios centros carcelarios no dejan entrar los documentos
oficiales de la guerrilla al considerarlos material que hace apología a
la subversión.
El recorrido pos las distintas cárceles del país va a continuar hasta
que se llegue a la firma del acuerdo final entre las dos partes. Para
Ever ha quedado un compromiso implícito en todos los guerrilleros presos
y es el de empezar a estudiar y socializar los acuerdos con los demás
reclusos, sea o no de la guerrilla; insiste, además en que la pedagogía
también debería ser para las instituciones y sus funcionarios, con el
fin de evitar que se generen estigmas y prejuicios contra quienes
ejercen las campañas de socialización.
De la amnistía al partido político
Aunque ambos son conscientes que no todo el grueso de los presos va a
seguir siendo parte de la organización luego de salir de la cárcel,
creen que la convicción política y los años que duraron en la guerra los
va a hacer reafirmarse dentro de la organización para ahora disputarse
el poder por medio de la política sin armas.
Según lo acordado, tras la firma del Acuerdo Final se dará la
amnistía más amplia posible a los miembros del grupo insurgente que
hayan cometido delitos políticos y sus conexos, al igual que ha ocurrido
en otros procesos de paz a nivel internacional como fue el del
Ejército Republicano Irlandés (IRA), donde salieron de prisión 433
excombatientes amnistiados luego de la firma del acuerdo ‘Viernes Santo’
en 1998.
“En mi condición de revolucionaria no me da miedo que me maten, me da
pavor morirme sin hacer nada. Hay que dejar sembrada la semilla en las
nuevas generaciones, todos merecen nuevas oportunidades”, afirma con
vehemencia Sandra, quien se está capacitando como promotora de paz, con
la finalidad de ayudar al movimiento que se establezca en el posacuerdo.
Para Ever el partido o movimiento va a estar integrado también por la
gente que ha simpatizado y hecho parte del círculo cercano durante los
52 años que llevan de existencia: “a los medios y a la clase dirigente
se les olvida que nosotros hemos hecho escuelas, hospitales y carreteras
donde históricamente el Estado no ha entrado, ahí tenemos una base
social fuerte, sin el pueblo hubiese sido insostenible mantenernos de
pie tantos años”.
Ambos aseguran que, al igual que lo han dicho los jefes negociadores,
no van a entrar al ruedo de la política a protagonizar sino a unir
fuerzas para superar la crisis en la que la izquierda está sumergida y
en la que prevalecen intereses individuales. “Tenemos que hace un
trabajo enorme para ganarnos a las masas, lo debemos de hacer con
liderazgo”, concluyen.
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