12de JULIO DEL 2015
Si se decidiera el gobierno a responder con algo de reciprocidad los
gestos de liberación de prisioneros realizados por las FARC-EP, con
medidas que alivien las condiciones infrahumanas que padecen los
prisioneros políticos y de guerra en las cárceles del régimenSi se
decidiera el gobierno a responder con algo de reciprocidad los gestos de
liberación de prisioneros realizados por las FARC-EP, con medidas que
alivien las condiciones infrahumanas que padecen los prisioneros
políticos y de guerra en las cárceles del régimen
Por: Carlos Antonio Lozada, integrante del Secretariado de las FARC-EP.
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La confirmación por parte de las FARC-EP, de que el subteniente
Cristian Moscoso Rivera, fue hecho prisionero por una unidad del Bloque
Sur, en desarrollo de combates entre la insurgencia y el ejército
oficial en el departamento del Putumayo y el anuncio de su disposición
de liberarlo, tan pronto se acuerde con el Gobierno el respectivo
protocolo de seguridad, es otro gesto de paz, que viene a sumarse al
anuncio que hicimos en días recientes de un cese al fuego unilateral por
un mes a partir del próximo 20 de julio. Ver: FARC-EP confirman que
tienen en su poder al sub-teniente Cristian Moscoso Rivera
En los
últimos 8 meses, las FARC-EP han realizado 3 liberaciones de
prisioneros: el 25 de noviembre de 2014, dos soldados profesionales en
el departamento de Arauca; cinco días más tarde, en el departamento del
Chocó, fueron liberados el general del ejército Rubén Darío Alzate, el
cabo primero Jorge Rodríguez y la doctora Gloria Urrego que los
acompañaba en el momento de la captura y el 26 de diciembre de 2014, el
soldado profesional Carlos Becerra Ojeda, en el departamento del Cauca.
La captura de prisioneros es un hecho común en todos los conflictos
armados; por eso, a lo largo de la historia de la humanidad, desde
tiempos remotos se ha buscado que en medio de las hostilidades propias
de la contienda militar, se les procure un trato digno y se le respeten
sus derechos. En esta materia son explícitas las normas del Derecho
Internacional Humanitario, tanto para los conflictos armados con
carácter internacional, como para el caso de los conflictos armados
internos.
Dichas normas tienen que ver igualmente con
disposiciones referidas a las condiciones de reclusión, garantías de
higiene y salubridad, atención médica, alimentación, no discriminación y
procedimientos para su liberación, entre otras.
Específicamente
en el numeral 5 del artículo 6, del título II –Trato humano-, del
Protocolo II Adicional a los Convenios de Ginebra de 1949, relativo a la
protección de las víctimas de los conflictos armados sin carácter
internacional, 1977 se estipula que: “A la cesación de las hostilidades,
las autoridades en el poder procurarán conceder la amnistía más amplia
posible a las personas que hayan tomado parte en el conflicto armado o
que se encuentren privadas de libertad, internadas o detenidas por
motivos relacionado con el conflicto armado”.
Como se sabe,
Colombia es firmante de estos convenios y sus protocolos adicionales;
por lo tanto está obligada a cumplir estos compromisos, además porque en
razón al bloque de constitucionalidad que cobija los tratados
internacionales, así se exige.
Por estas razones, no es cierto y
no se entiende que el Presidente Santos salga a asegurar
categóricamente, tal como lo hizo en la ceremonia en que se rindió
homenaje a los salientes comandantes de las Fuerzas Militares, que no
son posibles las amnistías en desarrollo de un proceso de paz como el
que se adelanta en La Habana entre el gobierno nacional y las FARC-EP.
El presidente Santos miente o está mal asesorado en estas materias.
Cosa distinta es que en Colombia la clase dirigente, en una
manifestación clara de su estrechez política y su irracionalidad, hayan
llevado la legislación nacional hasta la casi desaparición del delito
político y la máxima restricción de sus conexidades; creando así de
manera artificiosa obstáculos jurídicos a la posibilidad de encontrar
salidas a un problema eminentemente político, como es el conflicto
armado interno que afecta nuestro país.
Restablecer el delito
político y sus conexidades, abriendo el paso a una amplia amnistía como
parte del sistema integral de verdad, justicia, reparación y garantía de
no repetición, es una medida necesaria para desbloquear la discusión
del tema víctimas en la Mesa.
No estamos diciendo que la amnistía
por sí sola, sea la solución; pero sin duda, sería una decisión muy
importante en dirección a remover los obstáculos que tienen enredado el
proceso en el tema jurídico.
Mientras esto se resuelve, bien
haría el gobierno si se decidiera a responder con algo de reciprocidad
los gestos de liberación de prisioneros realizados por las FARC-EP, con
medidas que alivien las condiciones infrahumanas que padecen los
prisioneros políticos y de guerra en las cárceles del régimen, con
liberación de prisioneros afectados por graves enfermedades; así como la
revisión de las condenas y procesos para desmontar los falsos positivos
judiciales de los que han sido víctimas miles de colombianos,
principalmente dirigentes sociales y populares, activistas de
movimientos sociales y políticos de izquierda y defensores de derechos
humanos, entre otras medidas.
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